martes, 27 de abril de 2010

La educación en España, año 2030.

Multitud de caminos se nos abren en el laberinto educativo y más si de predicciones se trata. Podemos optar entre una profecía devastadora que augure un futuro desolador. O bien algo más soleado, donde se plasmen ilusiones montañeras perfil boy scout.

Y en fin una tercera, aunque no última, opción donde el racionalista que todos llevamos dentro trate de cuadricular el futuro y con voz monótona y resabiada dé lecciones de cómo y por qué serán las cosas. Encuadrad mis predicciones donde podáis.

En 2030 no habrá demasiados alumnos por clase, entre otras cosas porque España ya no será un lugar donde la gente venga a buscar trabajo, sino más bien al contrario. El número de asignaturas no habrá disminuido y sin duda la informática superará a la lengua y la literatura en orden de importancia en el currículo. El continuo afán de utilidad nos llevará a diferenciar cada vez más entre aquellos alumnos que desean cursar una carrera universitaria y aquellos que desean solo incorporarse cuanto antes al mundo laboral. Para estos último el baremo de importancia estará regido por la utilidad de los contenidos, de forma que las clases de Lengua y Literatura estarán enfocadas totalmente a la práctica, a saber: ortografía correcta, uso adecuado del registro, lectura comprensiva… y para no quedar mal el currículo señalará también algunos someros temas de cultura general entre los que se incluirá la literatura. Este afán pragmático no se limitará a aquellos alumnos que deseen obtener el certificado de estudios obligatorios, sino que por osmosis se trasladará también a aquellos que deseen cursar estudios superiores. Al grito de vivan las competencias la educación no será un ámbito privilegiado de conocimiento sino un mero resorte de aprendizajes mecánicos que justificados por las necesidades prácticas del “mundo real” reproducirán ese mismo mundo en el aula.

Las moscas compañeras de Machado serán sustituidas por estudios de mercado y el mundo de la fantasía y de la imaginación reservado para algunos obtusos en matemáticas. La digitalización de la escuela será un hecho y el papel y el boli habrán sido desterrados por el teclado y la impresora. La tiza, la maravillosa tiza, dará paso al dedo digital que, en muchas ocasiones, recurrirá a clases ya preparadas para señalar lo pocos temas teóricos.

En fin, la escuela en 2030 será un lugar interesante para los que han decidido no hacer de la utilidad y el bienestar el criterio hegemónico por antonomasia.

Bueno creo que ha vencido el cinismo, no le hagáis demasiado caso, no le gustan demasiado los martes y lo paga rajando.

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